22.1.06

Giros

"Animada por su buena fortuna, se resolvió a subir en el tiovivo.
-Para que veas que no te guardo rencor y que lo que quiero es vuestra felicidad -razonó.
Pero ahora era Gregorio quien no se decidía a montar.
-¿A qué hemos venido entonces? -gritó la madre, buscando alrededor el apoyo de una asamblea fiel.
Al fin se instalaron los tres en una tartana, como si aguardasen en la antesala de una consulta, y comenzaron a girar.
-Pues vaya un sacacuartos -iba diciendo Angelina.
-Con lo felices que podíamos ser - se quejaba la madre.
Gregorio, con el peluche en brazos, tenía el rostro vuelto y agraviado, y la mirada abstracta. Vio a unos jóvenes que volaban un cometa y cómo en cada griro la cometa estaba más alta; vio a un niño que inflaba un globo, y en cada vuelta el globo era más grande; vio a dos muchachas gritando en una barca de péndulo que por efecto de los movimientos combinados se mantenía siempre en la misma posición de descenso, y también el grito era siempre el mismo, y las cabelleras flotaban rígidas en el aire; y vio a tres niñas que se lanzaban alternadamente una pelota y cómo sólo una la recibía, mientras las otras dos miraban a la afortuanda con la paciencias cada vez más triste. Los diálogos se convertían en monólogos, los saludos no eran contestados, y había quién respondía a preguntas que nadie le había hecho y quien se esfumaba o reaparecía más allá por arte de birlibirloque. Uno sacaba una patata frita, otro la engullía, otro la masticaba y el de más allá se relamía. A un gesto correspondía el disparate de otros gestos, como en una pantomima de Torre de Babel representada por comediantes bufos. Señora hubo a quien se le cayó el abanico y caballero que lo recogió transmutado en sombrero. Un niño que se burlaba de su madre recibió de premio una sonrisa. Al novio se le mudó la novia, cuando se disponía a besarla, en una nube de algodón de azúcar, y tan pronto la besaba como la devoraba, siempre con similar blandura. Cuando el tiovivo se detuvo, le costó a Gregorio aceptar el sentido lineal de las cosas. La barca osciló, las niñas tristes rieron al recibir la pelota, la gente hablaba y actuaba por turno y el niño burlón recibió su merecido a manos de su madre."

Luis Landero - "Juegos de la edad tardía"
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